El tema de la contaminación por plástico ha sido un tema recurrente en los últimos años y se ha demostrado que este material tiene un impacto negativo en el medio ambiente y en la salud de los seres vivos. Sin embargo, hay un tipo de contaminación que ha pasado desapercibida durante mucho tiempo y que está presente en algunos de los alimentos que consumimos diariamente: los microplásticos.
Los microplásticos son pequeñas partículas de plástico de menos de 5 milímetros de tamaño, y se pueden encontrar en productos de uso diario como cosméticos, ropa, envases y envoltorios, entre otros. Estas partículas provienen de la degradación de objetos de plástico más grandes, como botellas, bolsas y envases, o de la liberación directa de productos que contienen microplásticos.
Pero, ¿qué tiene que ver esto con los alimentos que consumimos? Pues resulta que los microplásticos también se encuentran presentes en los alimentos, ya sea a través de la contaminación del agua, el suelo y el aire, o por su incorporación intencional en productos alimenticios como aditivos o envoltorios.
Según un estudio realizado por la Universidad de Newcastle, se estima que una persona puede ingerir hasta 5 gramos de microplásticos a la semana, lo que equivale al peso de una tarjeta de crédito. Y aunque puede parecer una cantidad pequeña, su impacto en la salud aún no está claro y es motivo de preocupación.
Uno de los principales problemas con los microplásticos en los alimentos es su capacidad para absorber sustancias químicas como pesticidas, ftalatos y bisfenol A, que pueden ser perjudiciales para la salud. Además, al ser tan pequeñas, estas partículas pueden atravesar las paredes del intestino y llegar a otros órganos, como el hígado y los riñones, causando daños a largo plazo.
Pero, ¿qué alimentos son los más propensos a contener microplásticos? Según un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), los mariscos, las frutas de cáscara dura, la sal y el agua son los principales alimentos contaminados con microplásticos. Esto se debe a que los mariscos y las frutas de cáscara dura absorben los microplásticos del agua, mientras que la sal y el agua de consumo humano pueden estar contaminados por la presencia de microplásticos en el medio ambiente.
La presencia de microplásticos en los alimentos es un problema global y no solo afecta a los países en desarrollo, como se podría pensar. De hecho, un estudio realizado en Alemania encontró microplásticos en todos los alimentos analizados, incluyendo carnes, verduras y pescados.
Ante esta situación, es importante tomar medidas para reducir la exposición a los microplásticos en los alimentos. Una de las formas más efectivas es reducir el uso de plásticos de un solo uso, como botellas, bolsas y envases, y optar por alternativas más sostenibles como vidrio, papel o materiales biodegradables.
Además, se deben fomentar prácticas sostenibles en la producción de alimentos, como el uso de métodos de cultivo orgánicos y la reducción del uso de pesticidas y fertilizantes químicos, que pueden contribuir a la contaminación de los alimentos con microplásticos.
Otra forma de reducir la exposición es a través de una alimentación consciente y responsable. Optar por alimentos frescos y locales, en lugar de procesados y envasados, puede ayudar a reducir la presencia de microplásticos en nuestra dieta.
Por último, es esencial que los gobiernos y los organismos internacionales regulen y monitoreen la presencia de microplásticos en los alimentos y tomen medidas para reducir su uso en la